Libro ''El valor de educar.''

 

 

Antología “El valor de actuar”

Autor: Fernando Savater

Editorial: Lo que no existe Barcelona

1. edición: marzo 1997

2.edición: abril 1997

102 páginas

Reseñadora: Jazmin Guadalupe Rivas Rios

            En este libro nos dio una frase que podemos llevar acabo «ser humano es también un deber» la cual debemos llevar acabo cada día.

            Una cuestión interesante es si los valores y la ética pueden enseñarse a través de los libros o si la mejor manera de enseñarlos es por medio del ejemplo diario que el alumno debe recibir en la escuela. Cada profesor debe ser un modelo moral y ético frente a sus alumnos, en sus relaciones con los colegas, con los estudiantes y en su actitud hacia la materia que imparte, así como frente a temas sociales de actualidad que estén en boca de sus alumnos.

            Si la educación implica una cierta tiranía, es una tiranía de la que solo podrán librarse los estudiantes por medio del estudio de lo que la sociedad es, para tratar de averiguar por sí mimos cómo escapar o tratar de mejorar este mundo, si es que no se sienten bien en él. Todo buen profesor conoce para sus adentros la vocación suicida de su quehacer, adiestrar mentes humanas para que, en el mejor de los casos, un día superen sus percepciones y conocimientos que le llevaron de la mano tanto tiempo por la senda del aprendizaje.

«Llega a ser el que eres.» p.12

Todos los estudiantes, en sus primeros pasos, comienzan a estudiar a la fuerza, porque nadie se esfuerza en algo que no le aporta una diversión o goce inmediato. Los frutos de la enseñanza escolar se recogen a largo plazo y el pequeño estudiante solo puede intuirlos a distancia. 

 La función del buen profesor es hacer nacer una vocación en cada alumno, y guiarle lo más lejos posible en ese camino hasta el momento en que ya sus alumnos puedan caminar por sí solo, y con suerte descubrir áreas que el profesor nunca llegó a ver. “No olvidemos que el mejor maestro sólo puede enseñar, pero es el niño el que realiza siempre el acto genial de aprender”.

 

 

 

El lenguaje es el primero y más elemental de nuestros saberes, así como la llave para conocer otros. Sin él, nuestro aprendizaje no se distinguiría mucho del de los animales. Una vez que se domina el lenguaje y esa primera socialización en familia se ha hecho, se suele enviar a los niños a la escuela para que aprendan saberes más técnicos que la sociedad requiere para su correcta asimilación.

Frente a la enseñanza de la religión, Savater defiende que hay que promover el pluralismo y la tolerancia religiosa, pero que el Estado no debe financiar ni legislar la enseñanza de “una religión”, sino que debería instruir en la exposición de las diferentes teorías religiosas que más han influenciado e influyen actualmente en nuestra sociedad, sin tomar partido por ninguna.

Una visión que comparto con Savater es su punto de vista acerca de introducir la “democracia” en las escuelas, algo muy de moda, no sólo en España, sino en gran parte del mundo occidental.

Y es disparatado aplicar a rajatabla desde el parvulario el principio democrático de que todo debe decidirse entre iguales, porque los niños no son “iguales” a sus maestros en lo que a contenidos educativos compete. Precisamente para que leguen a ser iguales en conocimientos y autonomía es para lo que se les educa. Savater rompe una lanza a favor del empleo responsable de la memorización en el aprendizaje de los estudiantes: “No hay inteligencia sin memoria, ni se puede desarrollar la primera sin entrenar y alimentar también la segunda. La memoria es un sistema muy activa de reelaboración de la experiencia pasada, siempre que lo recordado tenga algún significado. Recuerdo y comprensión son indisociables.”

Savater también tiene un lado polémico en cuanto a la aceptación del consumo de drogas y del uso de la violencia. En ambos casos se declara partidario de un uso personal responsable, especialmente en el primero. La opción de drogarse o no es un acto humano de libertad. La tarea del educador es presentar al joven las posibles consecuencias de sus actos, no prohibirlos en aras de un autoritarismo paternal y puritano, sino hacer ver a su educando la importancia que pueden tener sus decisiones en el futuro y hacerle ver que la libertad social e individual reinante en las sociedades occidentales es un fino equilibro entre responsabilidad y libre albedrío, tanto personales como sociales.

Sin embargo, recuerda Savater, la violencia es consustancial al ser humano y en muchas ocasiones ha sido y es necesaria para lograr importantes avances en el desarrollo social y moral de la sociedad. Algunas revoluciones y conquistas sociales no hubieran sido nunca posibles sin la violencia. No obstante, en la actualidad las sociedades más avanzadas son las que hacen menos uso de la violencia.

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